Somos _ Perfidia

perfidia

Acto primero

Paisaje

Campo sembrado de amapolas, cardos, zarzas ortigas y hojas secas. Rompe la línea del horizonte una loma, sombra solitaria y azul. En su vientre reposando, los tejados del pueblo, la campana de la iglesia, y a sus pies en la hondonada descansa el cementerio.

Canturreando distraída, entra en escena una mujer, que puede ser una niña, una joven o una vieja. Camina despacio, trata de no pisotear las amapolas, de no herirse con los cardos ni ortigarse. Parece subir en dirección a la loma.

Mujer niña o vieja canturreando

Nadie comprende lo que sufro, canto pues ya no puedo sollozar…

Habla

– Ya no se oye el ruido de los coches. Si no fuera por las nubes de polvo que van dejando cuando pasan, nadie sabría si…

Canturrea

Sola temblando de ansiedad estoy. Todos me miran y se van…

Habla

-Cruzan los campos con tanta rapidez. Llegan y se van en un instante…Si no fuera por las nubes…

Vuelve a canturrear

Todos me miran y se van

Habla

-Las nubes…

Canturrea

Pregúntale si yo alguna vez…

Habla

-De polvo…

Sigue avanzando

– Que dejan al pasar

Canturrea

Y tú ¿Quien sabe por dónde andarás?

Habla

– Las nubes…

Sus pies se alejan del suelo

Susurra

Que lejos estás de mí…

Habla

– Nadie sabría…Nadie sabría que han llegado y se han ido en un instante.

Abandona su cuerpo y se eleva.

Escapa como el globo del niño despistado o de la niña del vestido azul o verde transparente. Se pierde en la distancia montada en una nube oronda, su mirada inquieta concentra todo en un conjunto de formas familiares, atávicas y comienza a bailar entre los perfiles de una realidad abandonada.

Acto segundo

Cielo

Telas blancas cuelgan en el fondo derecho del escenario. Una luz azulada y potente, realza los contrastes entre la claridad y las sombras. Muy cerca del público, casi oculto en la oscuridad de la parte izquierda del escenario, un pozo, de donde llegan voces terrenales, voces que hacen preguntas insidiosas, voces que en un grito común reclaman, voces que necesitan…
Encima del pozo Ella tumbada en la nube que parece más armoniosa.

Piensa

Se está bien aquí sesteando mientras abajo se retuercen.
No hay espera en las nubes, el inmenso horizonte lo invade todo y me llena plenamente la mirada, los olores de este espacio ilimitado me han calmando el hambre que traía.

Silencio mental

Nuevo pensamiento

Pero aquellas voces del pozo me estorban, distraen mi descanso con tantas preguntas y preguntas, y preguntas…

Se inclina suavemente y mira hacia el pozo (caen trocitos de algodón) ella no se da cuenta.

Piensa

Por allí se arrastra mi cuerpo – ¡Qué solo está!
¡Va perdido y parece hambriento!

Vuelve a tumbarse (trata de concentrarse)

Silencio mental con pensamiento

¡Anda distraído apasionándose con todo!
-Si se acerca al pozo escuchará las voces, no sabrá de dónde vienen, se sentirá inquieto y tendrá miedo, querrá saber y se caerá.
Caerá porque esta oscuro, porque las voces le llaman por su nombre y cuentan las historias de su vida, creerá que ha llegado, que es su casa, su destino.

Vuelve a inclinarse para mirar (caen mas trozos de algodón)

Pensamiento inquieto

¡Me ha visto! Me hace señas
Es torpe, siempre necesita, siempre pide, nunca estará satisfecho.

Trata de ocultarse entre la nube (caen trocitos mas pequeños de algodón pero mas abundantes)

Pensamiento profundo

Disfrutaré de este momento metafísico, de esta paz imponderable…Aquí descubriré las respuestas a tantas preguntas, a tanto dolor, a tanto sufrimiento.

Se inclina y mira. Reflexiona

El cuerpo es decadente desde su nacimiento y pesa tanto que me hunde ahogando mis impulsos más íntimos, desluciendo con sus miserias cualquier ensayo de hallar la verdad y brillar en plenitud.
No importa, no debo distraerme. ¡He de pensar!

Se acomoda en la nube que ha perdido su armonía. Los trozos de algodón, caen al pozo durante toda la escena.

Acto tercero

Caos

Revueltos por todo el escenario la loma que es una sombra gris, unas ruinas que simulan los restos del pueblo, la campana sola sin iglesia, telas que ya no son blancas, amapolas secas, cardos por el suelo.
En primer término el cuerpo solo, pálido acercándose al pozo lentamente, atraído por el eco de las voces terrenales que emanan de la de necesidad, del sentimiento, de la pasión. Voces que el cuerpo reconoce como suyas, que indican su destino, su fin.
En la nube de algodón empobrecida, Ella medita.

Piensa

El sacrificio es necesario no debo distraerme. Solo en la separación, despojándome del peso de las cadenas corporales, de tantas necesidades y quimeras, podré alcanzar el conocimiento verdadero y gozar de la sabiduría.

Habla

En la soledad de estos campos oscuros siento que el final de mi vida se acerca. He recorrido mil caminos, he sentido el dolor, la caricia del sol, el susurro de los vientos, los aromas de la vida y he amado.
Pensamiento contaminado

-¡He amado dice! – y he sufrido como un perra en celo, babeando entre los callejones, haciendo monigotes para recibir un mendrugo de pan, o una caricia pasajera…
¡Pero calma, no me dejaré llevar por estos impulsos corporales!

Tratando de volver a su estado de aislamiento, se acomoda en la nube, que poco a poco pierde altura y se aproxima al pozo.
Mientras la nube baja y baja cediendo al peso de la sabiduría, perdiendo altura a medida que Ella profundiza en el conocimiento, el cuerpo cansado y dolorido se sienta en la boca del pozo, parece que canturrea salmos mirando al cielo.

Habla

¡He amado y he parido un semejante. He conocido el odio, la envidia, el deseo, el hambre, el frío. Puedo matar o puede que me maten, pero he vivido y vivo!

Pensamiento con sangre.

¡Calla! – grita – tendré que aniquilarte, cuerpo desleal, ingrato, desagradecido, necio solo eres una circunstancia, un accidente temporal.
-¿Tendré que morir contigo para liberarme?
-¿ Tendré que esperar el final presa en esta cárcel, sin conocer nada en su pureza hasta que te hallas ido?
¡No, no encaramada en esta nube de armonía, aquí en las alturas, lejos de ti, conoceré la verdad!

La nube roza la boca del pozo. El cuerpo muy despacio se aproxima e intenta recoger los trozos de algodón que han ido cayendo y devolverlos a su origen, pero no lo consigue. Furtivamente se encarama a la nube que hasta ese momento ocupaba el alma sola. Por el peso de cuerpo y alma, la nube cae al pozo en un instante.

Cae el telón

Camina despacio por el angosto sendero que conduce a la loma que se yergue poderosa por encima de los tejados del pueblo, que sobrepasa la campana de la iglesia y deja en la hondonada el cementerio. Avanza lentamente entre amapolas y hojas secas, canturreando distraída; subiendo olvida el ruido de los coches que a veces cruzan los campos y los abandonan con tanta rapidez que si no fuera por las nubes de polvo que dejan a su paso, nadie sabría que han llegado y se han ido en un instante.
La nubes, canturrea, de polvo, sigue avanzando, las nubes y abandona su cuerpo y se eleva. Escapó de su cuerpo como el globo del niño despistado o de la niña del vestido azul o verde transparente.
Se perdió en la distancia montada en una nube oronda, su mirada inquieta lo abarcaba todo y nada, en un conjunto de formas ancestrales comenzó a bailar los perfiles de la realidad abandonada.
Sudor agrio empapando su velada máscara de espíritu fugado, labios mojados por el último sorbo que apagó una sed interrogante.
De un pozo terrenal llegaban voces terrenales, haciendo preguntas insidiosas, voces que en un grito apagado en la distancia reclamaban, pedían, necesitaban.

Se está bien aquí sesteando mientras abajo se retuercen, no hay espera en las nubes, el inmenso horizonte que lo invade todo me llena plenamente la retina y estos olores ya me cansan y esas voces que me aturden…perfidia dos

Por el azul del cielo se escapa el alma.

“Una gran alegría interior que proviene de la tranquilidad en que se halla el espíritu al sentirse semejante a la imagen ideal del hombre”

fin

Grisel L Mediero